Teje y teje Soledad, como una bordadora de encajes de tinta, como una dama gótica desplegando rojos y negros sobre el papel.
Ella desmadeja la trama de su vida más honda, se hunde en mares de inquietantes aguas. Se nos muestra tal como es, profunda y lírica, soleada y sombría, clara y oscura. Se arriesga y gana, con la soltura de los jóvenes y con la madurez de los eternos.
Teje y teje su filigrana nocturna, nos invita a su espectáculo visual cargado de presagios.
Carga el pincel y expresa, Soledad...busca y encuentra un mundo donde mostrar sus sentimientos. Su arte es un viaje interior, particular, dotada de un personalísimo lenguaje, su arte es el de una persona que, mientras aprende, crea y habla...habla con las tintas, los pinceles, la pluma, habla de preocupación por no parecerse a nadie más que a ella misma. Y, me pregunto yo...¿cuánto valor tiene esto? Porque Soledad parece no dudar, avanza y va desarrollando un estilo propio que la llevará a ser una artista reconocida por su técnica en constante progreso y por su especial manera de presentarse hoy ante nosotros, su público.
Bienvenida entonces, Soledad, al mundo del arte. -Ricardo Socolsky-